* diablitos

A todos esos diablitos que bailaban alrededor de la hoguera y nos despertaban en la mitad de la noche con sus risitas los maté uno por uno. Eran ellos o nosotros. Es una pena que no lo hayas tomado bien, pero estoy convencido de que fue la mejor decisión que tomé. No creas que no consideré tu posible reacción, al contrario, medité bastante al respecto y por eso dejé pasar tiempo suficiente hasta estar completamente seguro y pasar a la acción. Tu opinión siempre fue muy importante para mí, la más valorada de todas. Espero que con el tiempo puedas entender, no me ilusiono con el perdón, que todo lo que hice lo hice pensando en los dos. Como te dije, eran ellos o nosotros. Y si alguno de nosotros no tomaba la iniciativa tarde o temprano terminarían por corrompernos. No me siento mal a pesar de haberte perdido y no me arrepiento en absoluto de ninguna de mis acciones. Curiosamente tampoco me siento bien por haberlos destruido, como pensé que me sentiría, ni me causa ningún orgullo ser el que tuvo que tomar la decisión. Es una más de las pequeñas victorias cotidianas que pronto pasan al olvido. No todos nacemos para grandes cosas, aunque por momentos nos creamos extraordinarios e imprescindibles. Cada cual sigue adelante como puede, buscando la fe debajo de las piedras. Todo es una cuestión de fe. Por eso los maté. Esos diablitos tenían que morir porque su sola presencia abría grietas enormes en nuestra fe, y si caíamos en alguna de ellas nos sería imposible encontrar el camino de vuelta. Te envío esta breve carta para que sepas que no fue un acto de locura; aunque el paso dado ya es irreversible confío en que entiendas que no tenía opción. No podía arriesgarme.

 

15 Respuestas a “* diablitos

  1. Matar al Diablo para no perder la fe… interesante. ¿La fe en qué?

    Yo me pregunto: ¿A quién mató el narrador? ¿Al Diablo? ¿a ella? ¿O es que ambos eran la misma persona? El tipo parece haber obrado convencido (porque no se arrepiente), pero aun así siente culpa (no quiere ilusionarse con el perdón). Se me ocurre que (todas la opciones pueden ser posibles): a) él está muy loco (y trata de convencerse de que no fue un acto de locura, obvio), b) se dio con algo groso, c) ma’ qué fe ni ocho cuartos… ella le limaba las pelotas al punto que él ya la asociaba con Belcebú (¡varios Belcebúes!).

    Ergo, creo que eliminar al Diablo era, ni más ni menos, librarse de ella. Esta supuesta carta (probablemente monólogo interior del narrador) ha sido escrita con el cadáver caliente de la mina sobre la alfombra.

    De todas maneras, el Diablo nunca muere. Es más, ahora ríe a mandíbula batiente.

    Me gustó, eh!!

    • Como siempre, Blopas, usted da en el clavo mientras muchos otros se martillan los dedos. Si bien la más interesante de las opciones es la C, confieso que me parece que todo ha salido disparado desde la A. La cuestión en sí, para el sujeto este, y su fe, supongo que era el tormento de ver todas las noches esos diablitos y ni un puto ángel… ¿Dónde están mis angelitos? podría ser el grito de batalla, el desconcierto ante la no presencia del Dios prometedor… Pero claro, todas estas son suposiciones mías, le voy a mandar un mail al señor este a ver qué nos contesta. Salú!

  2. Pasé a leer tu texto el otro día y se me fue la conexión. Vuelvo para decirte que estas lucecitas, las llamamos «feux follets» en Normandia, bailan sobre las landas al anochecer, son duendecillos y no hay que matarlos. Los deberías rescucitar.
    Un abrazo,

  3. Hola

    Me gustó el texto de los diablitos y todas las interpretaciones que se le pueden dar, en mi caso creo que llevo varios de esos diablitos por dentro, a cada rato me despiertan con sus risitas.

    Te mando un abrazo

    • A.B, justamente por todas esas interpretaciones fue que dejé de lado las explicaciones sobre lo que pasaba. A todos nos toca bailar con diablitos personales, así que mejor es que cada uno les dé la apariencia que quiera. No? Buena suerte y más que suerte!

  4. Y fue la cuarta vez. Y sus diablitos todavía me dan vueltas. Los míos los tengo acá, en mis dedos. Me gustó, a mi desvarío le gustó.

    • Jejejej, lo sé, sé que es posible que muchos se pierdan. Por eso lo ubiqué en la categoría de «desvaríos», mientras encuentro el rumbo de los próximos post. (de todas maneras los diablitos y la fé tienen su lógica, que por supuesto y como es costumbre, he dejado afuera del relato). Buena suerte y más que suerte, Ana!

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