* pequeñas cosas

Es muy probable que detrás de las cosas que pienso todos los días, convencido de su valor, de su potencia, convencido de estar dentro de un modelo de pensamiento virtuoso, no exista absolutamente nada. Y lo terrible es que no hace ninguna diferencia. ¿Qué quedará de mí cuando me muera? ¿Quiénes recordarán lo que fui, aunque sea en porciones, en pequeños recuerdos reconstruidos por la acumulación de breves momentos que hayan compartido conmigo? ¿Y qué cara voy a poner cuando se empiecen a morir mis amigos más cercanos, imaginando que se van a ir antes que yo, y considerando objetivamente que ese momento está cada vez más cerca? Esta obsesión tal vez provenga de mis primeras desapariciones. ¿Quién hubiera sido yo si estuviera completo? Pensar fuera del modelo. De la ameba. Afuera. Imposible. Modelos represores del pensamiento y la sensibilidad. Tontas notas llenando espacio. Miedo a la muerte. Experimento terror. Colapso. Me detengo. ¿Y si ya hice todo lo que tenía por hacer? ¿Y si ya fue todo? ¿Debería despedirme así, con poca gracia, con una palmadita en la espalda?

La amnesia y la coprofagia

dos conceptos tan ajenos al común denominador

y sin embargo enquistados

y adoptados

como moneda corriente

por el 99% de los comunes

a los que les encanta bailar con nociones

tan extrañas

que no podríamos entender

ni aunque nos explotaran en la cara.

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