* beatriz y yo

La claridad que atraviesa la persiana dibuja sobre la pared un pentagrama en blanco que me desafía a escribir la melodía de un buen despertar. Beatriz duerme. Los pies diminutos se escapan por debajo de la sábana y yo no entiendo cómo puede seguir durmiendo con tanto frío. Todo está cerrado y las estufas están encendidas, pero apenas salgo de la cama comienzo a temblar. Me agito y bailo como un títere en plena función. Ella no es como yo, no es de los que se rinden o de los que se esconden.

Beatriz tiene la boca llena de metal. Una mala noche en un mal lugar terminó de la peor manera y allá se fueron sus incisivos, sus caninos y parte de su encía, sólo conserva de fábrica los molares. Así la conocí, en un consultorio dental, en pleno proceso de recuperación, mientras yo buscaba realidades ocultas en el empapelado que me ayudaran a sobrellevar el miedo a las extracciones. Al verla me sentí una basura autocomplaciente. Ya olvidé el nombre del odontólogo, pero todavía recuerdo la gracia que me causaban las miniaturas con las que llenaba su sala de espera, Matisse, Cézanne, Renoir, el clásico Van Gogh; dispuestas sin sentido ni criterio, pinturas de juguete con las que pretendía enrostrarnos su delicado y distinguido gusto. Tomen ustedes, ignorantes, aprendan con estas reproducciones mal impresas en papel barato lo que es el arte de verdad.

No creo que los implantes hayan influido en su metabolismo y que esa sea la razón por la cual no sienta frío. No puede ser eso, pero me lo pregunté varias veces. También me pregunté muchísimas veces si la quiero realmente o si lo que me une a ella es la lástima, el impulso protector y humanitario de dejar de lado el egoísmo y ayudar a los menos favorecidos; pero cuando me mira y sonríe puedo ver mi cara reflejada en su boca plateada, y me lleno de la alegría más egoísta que existe al saber que mi sola presencia puede hacer sentir bien a una persona, aunque sea un adefesio como ella. Deforme, grotesca, anómala. Así la quiero. La quiero porque me quiere.

La mañana sería la misma si no me hubiera levantado. El día sería el mismo. La noche también. Trato de no pensar a futuro, de no proyectar, no me interesa imaginar cómo será mi vida dentro de diez, quince, o veinte años. ¿Qué sentido tiene? ¿A quién de todos los que practican ese ejercicio ridículo no se le frunció el pecho de dolor al saber que las expectativas soñadas nunca se van a cumplir? Yo sólo sé que nunca voy a abandonar a Beatriz. Cuando su cuerpo se derrumbe, cuando las arrugas cincelen su cara, cuando el fulgor se extinga y la única luz que desprenda sea la del velador de noche rebotando en sus injertos metálicos, yo voy a seguir estando. Me baño, me afeito, me peino y me pongo colonia. Ella se despierta, se despereza, abre los ojos y brilla para mí.

23 Respuestas a “* beatriz y yo

  1. No solo me gustó. Lo acabé de leer y aún siento una especie de ternura apretujada que no me abandona el corazón. Conmovedor, gracias.

  2. Como casi siempre, llego tarde a comentar. Por suerte, nunca es tarde para felicitar. Es un gran texto. Tiene tantas y tan fuertes facetas que para abarcarla es necesario leerla y releerla.

    El narrador y Beatriz no son sino espejos enfrentados. Él recibe de ella el reflejo de sí mismo. Ella recibe de él el reflejo de su querer.

    Abrazo!

    • Muchas gracias por el tiempo que te tomaste para leer y releer, y obviamente por la interpretación. Como siempre digo, el texto se termina con sus devoluciones, porque muchas veces cuando se va escribiendo, la inercia tira para adelante y algunas cosas se escapan. Yo sé que cuando no tengo idea de qué quiere decir lo que escribí, miro los comentarios y voy encontrando devoluciones geniales. Gracias por leer!

  3. Me dejas de una pieza con el giro inesperado de los dientes. A veces creo que nos enamoramos no del «defecto» sino de lo que nos produce. Tu personaje encontró alguien más frágil que él y sin embargo con más entereza para sobrellevar una situación incómoda, hasta literalmente, hacerla brillar. Que se ame como se ame, creo que da lo mismo, lo importante es hacerlo.
    Un abrazo

  4. Precioso. Coincido con Vi en que «la quiero porque me quiere» es una frase genial y la síntesis del relato. Tan por encima pareciera que está y en fondo apenas se siente merecedor de ese afecto.
    Y también me reí con la supuesta altanería del odontólogo y sus mini pinturas, jaja. Voy a trasladar esa lectura a los próximos consultorios que visite 🙂

    • Rara, espero que no tengas que visitar muy seguido los consultorios, y si eso sucede que sea sólo para leer las paredes en busca de algún pecado oculto. Los médicos suelen ser bastante solapados en sus pensamientos, pero muy exhibicionistas con el resto de las cosas.
      Saludos!

  5. El relato me ha gustado mucho porque me ha hecho pensar. De hecho me ha hecho reaccionar. De nuevo me pregunto si mi visión del mundo es anómala. El tipo me parece egoísta, superficial, creído y cruel. Será porque no he entendido el tipo de amor que le une a Beatriz.

    • A mí no me parece que tengas una visión anómala del mundo, Fanou, de hecho has acertado en la descripción de nuestro sujeto en cuestión, y esas características se trasladan al tipo de amor. Que yo no sepa querer no significa que no quiera, dijeron alguna vez.
      Buena suerte y más que suerte!

  6. «la quiero porque me quiere»…
    Para mí, la frase más importante del relato… Ese enamorarse de alguien diminuto a nuestros ojos por alguna razón (en este caso deforme, etc…) Solo para sentir que uno (tan tan diminuto, tan deforme, tan grotezco), también, a pesar de todo, puede ser amado por otro…
    Genial.

    • Vi, gracias por la mirada aguda. En cada relectura que hacía antes de publicarlo, siempre me detenía en esa frase, tan potente y sintética que hasta dudé de haberla escrito yo. 🙂
      Gracias por leer!

  7. Como siempre un relato fabuloso, tiernamente cómico, con el que sigues sorprendiéndome. No imaginas cuánto me has hecho reir con ese «Tomen ustedes, ignorantes, aprendan con estas reproducciones mal impresas en papel barato lo que es el arte de verdad» Creo que la Beatriz de tu narrador tiene ¡mucho que aprender sobre arte! de este Blog!. Gracias por las sonrisas. Saludos.

  8. La belleza está en los ojos del que mira dicen. En este caso en los implantes dentales. En fin, qué suerte tiene Beatriz de tener tan incondicional devoción, sin necesidad de cirurgías ni cirujanos plásticos.
    Salut

    • Micromios, es cierto que Beatriz tiene suerte, pero también nuestro narrador. No todos podemos vernos reflejados tan vivamente en cualquier superficie.
      Buena suerte y más que suerte!

  9. Que relato tan tierno que describe la fragilidad aparente de los lazos que unen a las parejas. Aparente por que como bien describes aqui da sentido a una vida entera. Un saludo

    • Anne, aquí en este hemisferio no es tiempo de vacaciones, pero creo que el despiste me llevó en andas, jeje. Estaba con la cabeza en blanco y tomé este relato como un volver al ruedo. Gracias por leer!

  10. Pingback: Bitacoras.com

Replica a MX Cancelar la respuesta