* raquel

El canto tempranero de las chicharras augura agobio y siesta obligada, de la parra cuelgan racimos rechonchos y algunos gusanitos pasean sin apuro entre cabos y ramitas. Con la uñas negras y los labios rojos, Raquel revuelve perchas y cajones, amontonando ropa y más ropa sobre la cama desecha. Es difícil encontrar las prendas adecuadas, la combinación que no desentone. Quedar demasiado puta por un error de vestuario es imperdonable. Prende la tele para ver la temperatura y escuchar las noticias; la pava silba como loca y la manteca se hace agua sobre la mesada. Los perros ladran porque tienen hambre. Desde el espejo, apretado contra el marco, Paul Newman le clava su mirada azul mientras ella se acomoda las tetas y se calza el corpiño de la suerte. Apaga la tele y prende un cigarrillo. Que calor de mierda. Todavía no se puso los zapatos.

Pasó una mala noche, aplastada por la humedad y la baja presión, revuelta en sábanas transpiradas contando las vueltas del ventilador de techo. Se acostó tarde, como hacemos todos, estirando las últimas horas sabiendo que el tiempo se acelera cínicamente. Nos vamos a dormir cada vez más tarde exprimiendo los minutos, pero cuando cerramos los ojos y apoyamos la cabeza en la almohada un velo negro y pesado recubre las ilusiones, soñamos demonios y en pocas horas el nuevo amanecer nos encuentra más viejos, más cansados, y con la sonrisa gastada. Son las siete de la mañana pero parecen las diez. Raquel está lejos de marchitarse pero ya no da flores. No hay secretos ni fórmulas para eso, es algo que pasa, y como todas las cosas, pasa sin aviso. El cigarrillo se acaba y empieza la rutina. Siete y cuarto el tren, siete y media el colectivo.

Las palmas se extienden blandas sobre la mesa, leyendo en las vetas de la madera los secretos que anteriores visitantes dejaron escritos en sudor de borracheras. Tony la mira limpiar concentrada, como si realmente fuera importante que todo esté impecable, como si hiciese diferencia. Es un buen tipo, por eso no va a decir nada de lo que pasó ayer, ni una palabra. Raquel no lo mira, sigue con lo suyo. Termina de trapear el piso y se pone a acomodar las copas; ella tampoco tiene intenciones de decir nada, está cansada y le duele la espalda, no se puede tener una conversación tranquila así. Igual, ambos saben que esa conversación no va a llegar. Ya está, ya pasó.

Los clientes son cucarachas que toman cerveza y comen maní. Es hora del almuerzo pero la cocina está tranquila. Tres mujeres entran y eligen una mesa contra la ventana, la más joven se saca los zapatos, apoya las plantas sobre las baldosas frías y el placer se le dibuja en los pómulos suavizándole la mirada;  es rubia, alta y tiene cuatro o cinco kilos de más que no puede disimular metida en esa musculosa roja. Raquel piensa que esos zapatos que descansan bajo la mesa no deben apretar tanto como los suyos.

18 Respuestas a “* raquel

  1. Me gustan los apuntes tan particulares que contienen todos tus textos. Invitan a la reflexión y la contemplación.Lo mismo que ver un cuadro. Uno se llena de imágenes y saborea pedacito a pedacito una obra bien acabada.
    Precisamente lo que más me gusta de tus textos es la codensación. El no explicar demasiado. El dejar que el lector se implique y busque por si solo una via mayor a su capricho. Todos tendremos una idea única a partir de tu Raquel, en eso consiste el maravilloso mundo de la literatura.
    Mis felicitaciones.

    • Gracias por la visita Piper, y por contarme como se reciben las historias. Lo interesante de todas esas «ideas únicas» es cuando se juntan, y muchas veces me asombro de cómo algo de lo que pensé se torna cada vez más complejo y lleno de significados (que se lo dan ustedes, claro). Buena suerte y más que suerte!

  2. El comentario de Concha es excelente, coincido con ella. Además, agrego que me pareció sublime la segunda oración, sobre todo por cómo está construida, la elección y ubicación de cada palabra. Además, este texto posee imágenes demoledoras, como ese velo que recubre las ilusiones. O esa idea que está por ahí flotando acerca de que cada vez tenemos menos tiempo, aun hasta para los sueños feos… Y el final me hizo acordar a eso de que «cada cual sabe dónde le ajustan sus zapatos». Un placer leer esto.
    Saludos!

    • Gracias Blopas. Ahora además de envidiar tus historias y tus anécdotas, tengo q agregar la envidia malsana hacia tus comentarios, siempre con buenas interpretaciones y grandes aportes. Que no se corte!

      • No, no. La envidia no es buena para la salud, destruye las neuronas más que el Rojo Trapal, ulcera las mucosas como las empanadas de Constitución. Los comentarios son combustible y terapia, estímulo, premio y envión. Ahí hay que poner el foco de nuestro reducido universo blogosférico-literario. Por supuesto, que no se corte!! Abrazo.

  3. Como que me faltó. Como que me quedé con el libro abierto en la mitad y lo cerraste de golpe.
    Estas historias tuyas, tan de patas y buche, tan de realidades indeseadas, me subyugan, me hipnotizan. Pondría a tu Raquel a contar la historia de su vida, si me das la oportunidad, aunque se rompa el encantamiento del calor de ese estío que amenaza con aplastarles la vida.
    Enhorabuena, PERO muy cortito maestro

    • Tenés razón Chrieseli, a mi también me quedó corto, pero ya no soportaba la ansiedad y lo saqué como estaba, jejeje. Raquel y su vida son todas tuyas si las querés para alguna historia no tan cierta…
      Gracias por leer!

  4. Perfecto pintura bien realista que plasma a miles de Raqueles que toman los trenes de las 7 de la mañana tan atrapadas en esta vida como atrapadas viajan en esos trenes igual que las vacas en sus camiones jaula. Rozándose unas a otras y tratando de calcular quién está peor. Un abrazo! y muy bueno como siempre que te leo!!

    • Gracias por la visita Claudia. Y es así, deben ser muchas, deben ser miles, deben hacer trampa cada vez que calculan con la mirada de qué lado quedaron…
      Saludos!

    • Un poco la idea era esa, dejar libre la imaginación de quien lea (como siempre, bah) para que complete los espacios vacíos como se le ocurra. De todas maneras ahora lo veo corto y apresurado… Buena suerte y más que suerte, Micromios!

  5. Tu escritura es contundente, tu estilo limpio y seco. Sabemos que Raquel sabe que la chica del vestido rojo terminará como ella agobiada por una vida que la ha dejado en un callejón sin salida demasiado estrecho.
    Saludos,

    • Anne, muchas gracias por la referencia al estilo. Es importante para todos nosotros saber qué se opina en ese aspecto, no sólo del valor de las historias. Buena suerte y más que suerte!

  6. Potente la descripción de esta Raquel tuya. «Raquel esta lejos de marchitarse pero ya no da flores». Cuanta información sobre el personaje en una sola frase. El ritmo rápido del texto contrasta con el bochorno que se describe y genera una sensación incómoda, como las rutinas de la protagonista.Un saludo

    • Concha, te agradezco las observaciones sobre el ritmo, la potencia de la descripción y las sensaciones generadas, son muy útiles para las historias que vendrán. Buena suerte y más que suerte!

  7. Pingback: Bitacoras.com

Replica a MX Cancelar la respuesta